¿O sí?, quizás una mirada en profundidad a algunos de los sistemas
de enseñanza que se emplean en las Facultades de Derecho actualmente pueda
convencer de lo contrario. He aquí un análisis de las mismas y cómo creo, en la
medida de sus posibilidades, que lo hace la Universidad de Navarra con sus
alumnos de Máster en Madrid.
En primer lugar, y antes de entrar al fondo de la cuestión, es
importante distinguir el nivel de estudios que debe realizar un alumno para ser
abogado. Hasta hace poco, bastaba con estudiar un grado/licenciatura en Derecho
para poder colegiarse como abogado. No obstante, cuando un estudiante accedía a
un grado en Derecho, no lo hacía a un grado de abogado (no existen), sino de
Derecho, cuya preparación es distinta a la de ser abogado, pues lo que se
pretende es dotar al estudiante de las competencias para ser un buen jurista,
es decir, un entendido del Derecho. Antes
no se formaban abogados, se formaban juristas. Una de las maneras más
fáciles de comprender esta idea es comprobar la amplia gama de salidas
profesionales que se le ofrecen a un estudiante al terminar sus estudios de
Derecho y que no se limitan sólo al ejercicio de la profesión de abogado. Un
estudiante de Derecho puede ejercer como juez, registrador, notario, fiscal,
diplomático, abogado del estado, profesor universitario… todas ellas salidas
profesionales que exigen estar en posesión de un grado en Derecho y que
precisan de unas competencias distintas a la del abogado por lo que exigían
también una formación complementaria que las desarrollara: la oposición. La carrera, por tanto, no prepara sólo para
el ejercicio de la profesión de abogado y por ello no se le puede exigir que
entrene una serie de competencias con esa finalidad.
Es por eso, que hasta la entrada en vigor de la ley 34/2006 de
Acceso a la Abogacía, no se han realizado desde las Universidades programas
específicos que enseñen los conocimientos y competencias que un buen abogado
debe tener además de las de ser un buen jurista (antes estaban las Escuelas de
Prácticas Jurídica pero su estudio no resultaba obligatorio). Esta nueva ley
adquiere, gracias también a la llegada de la Ley del Espacio Europeo de
Educación superior (más conocida como Bolonia), un perfil que nos permite
adecuarnos a lo que en otros países de la Unión Europea era una realidad desde
hace tiempo; que la abogacía exige una preparación de posgrado, con un alumnado
más maduro y una formación específica
para el acceso a la profesión.
Aún así, conviene distinguir lo que cada una de estas dos leyes
aporta. La Ley de Acceso, crea un programa (un Máster), específico para
preparar en conocimientos técnicos y competencias a los futuros abogados, igual
que para las otras salidas profesionales del Derecho se exige la oposición. Por
su parte, Bolonia, incorpora una nueva metodología y un mismo lenguaje de la
enseñanza universitaria a nivel europeo que facilite pensar cómo esas competencias
se desarrollan en un plan de estudios. A esto, hay que añadir, que los actores
que participan en la formación de los estudiantes han cambiado, y que no es
infrecuente ver profesionales del sector dando clases junto a académicos de
reconocido prestigio.
Gracias a estas dos normas, hemos podido crear en España un
programa que se preocupe por la formación del abogado en todos sus ámbitos (conocimientos
técnicos, habilidades y cumplimiento deontológico) para dar una base sólida
(pero al fin y al cabo una base) a los futuros abogados de nuestro país que
deberán desarrollar a lo largo de toda su etapa profesional.
Un buen programa del Máster de Acceso a la Abogacía debe por tanto
incorporar asignaturas y actividades que fomenten las competencias citadas por
Lidia Zommer. Evidentemente, las competencias no terminan nunca de
desarrollarse, y algunas de las citadas en el artículo se desarrollan a un
nivel primario, pero sin duda son la base sobre la que continuar construyendo
programas de calidad que permitan mayores garantías en la defensa de los
intereses de los ciudadanos. Así es cómo lo hacemos en los Programas Máster de
la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra:
1. Relaciones: el programa procura por
un lado tener un claustro de profesores de calidad y variado contando tanto con
académicos como con profesionales de primer nivel del sector que permita a los
alumnos tener una relación cercana y cotidiana con colegas del sector legal.
Además, se organizan una serie de eventos a lo largo del año que fomenten el
Networking como el “Training Lawyers for the Future”, tener un equipo de fútbol
sala en la liga de despachos, o el cócktail de Navidad.
2. Conocimientos del sector económico y la estrategia del cliente: en el Máster hay una asignatura de Marketing y otra de Business
Development orientadas en este sentido. Además, pienso que los alumnos
deben conocer también su propio sector (algo que en la carrera no siempre se enseña),
para lo cual es importante también organizar sesiones con first players del sector legal con una visión independiente como Carlos
García-León, Miguel Ángel Pérez de la Manga o Borja Martínez-Echevarría
entre otros, y en la que también participan despachos de abogados.
3. Facilitador de proyectos: la
orientación a resultados y objetivos forma parte del día a día de un programa
exigente. Los profesores exigen una entrega masiva de casos prácticos a lo
largo de la semana que deben resolverse en equipo y en los que no puedes perder
el tiempo ¡El tiempo es limitado! Como si estuvieran en un despacho.
4. Reconocimiento de experto: es
evidente que un alumno de Máster no va a empezar siendo un experto, pero sí,
como apunta el artículo, que puede empezar a construir su marca personal. Se
anima y forma a todos los alumnos para que tengan un perfil público en LinkedIn
y hasta tienen una cuenta en twitter @unavabogados, en la que muchos publican sus
opiniones de los profesores o los eventos a los que asisten. Por algo se
empieza!
5. Rainmaker: no sólo hay que hacer
bien el trabajo, sino conseguirlo dice Lidia. En este sentido, desde el primer
día se
facilita a cada equipo un asesor cuya misión es asegurarse que los
alumnos se acoplan a la dinámica del Máster y cogen el ritmo necesario para
sacar el trabajo adelante. La carga de trabajo es dura y un asesor resulta
fundamental para ayudar a los alumnos a organizarse y sacar los mejor de ellos
mismos.
6. Con alianzas internacionales: el
mundo, y los clientes de los despachos de la abogacía de los negocios son
efectivamente cada vez más internacionales. La crisis económica ha hecho que
los negocios españoles salgan cada vez más al exterior, aumenten las
exportaciones y abra nuestras mentes, y se espera que esta tendencia sea
continua. Los másteres de la Universidad de Navarra contemplan una International
Legal Week, una semana de formación en la sede del IESE en
Nueva York. Conscientes de la importancia de tener una visión
internacional, esa semana se aprovecha para visitar algunos despachos
americanos e internacionales y hacer conscientes a los estudiantes de la
importancia de tener una mirada con grandes horizontes.
7. Un poco psicológico: varias
asignaturas del programa son impartidas por profesores del IESE. Una de ellas
es Dirección de Personas que toca algunas cuestiones de motivación personal,
las personalidades, etc. Además, el trabajo en equipo no siempre es una
experiencia fácil y es una más de las enseñanzas con las que hay que
lidiar en el día a día pero que también se desarrollan con los años y la
experiencia.
8. Un poco ingeniero: quizás haga falta
algo más de desarrollo profesional y que el abogado cuente con más años de experiencia
profesional para formar esta competencia. No obstante, en el programa se
estudian sistemas de facturación (por horas, presupuesto por proyectos,
técnicas de pricing…), de gestión de proyectos (Management in Law Firms)
y también fórmulas para asociarse como el “lockstep”, “eat what you kill”, etc.
9. Buen comunicador y bueno con las teclitas: las asignaturas praxis son las responsables de promover en
mayor medida esta competencia. Los alumnos deben resolver en equipo, con la
ayuda de un coach, un caso de gran complejidad, entregar un dictamen y
defenderlo en público (a veces incluso el profesor provoca debates y que cada
grupo defienda una postura diferente). Cada una de las 7 praxis que componen el
programa concluye con un tribunal oral. Después de pasar por tantas pruebas no
volverán a tener miedo a hablar en público.
10. Dar más valor que lo que
dan: ésta es sin duda una de las competencias más
importantes que se forman en el Máster. Cuando se planteó el programa, no se quiso
hacer un Máster competitivo entre los compañeros. Se suprimió la posibilidad de
que existiera una campana de Gauss y se animó a los alumnos a ser cooperativos
en todos los sentidos. El trabajo en equipo es fundamental (uno sólo sería
incapaz de llevar a cabo toda la tarea que se le encomienda) y por tanto, cada
alumno debe confiar en el trabajo de sus compañeros para acabar el programa con
éxito. Aquí da igual si eres un alumno de 9 de media o de 6, lo importante es
que aprendas a convivir con tus compañeros, a aceptar los errores de los demás,
y a estar dispuesto siempre a dar más para el beneficio del grupo.
Coincido con Lidia en la importancia de las competencias que
menciona en el artículo, y espero haber logrado variar (aunque sea un poco) su
opinión sobre la formación que se imparte en el posgrado, aún sabiendo que
tenemos mucho que mejorar y que después serán la vida y las carreras profesionales
de cada alumni los que determinen si lograron alcanzarlas o no.