lunes, 23 de noviembre de 2015

10 COSAS QUE ESPERA UN ALUMNO EN PRÁCTICAS DE SU TUTOR EN EL DESPACHO


Con la entrada en vigor de la Ley de Acceso a la Abogacía los futuros abogados, tal y como establecen los artículos 14, 15 y 16 del RD 775/2011, deben realizar un periodo de 6 meses de prácticas en despachos de abogados y asesorías jurídicas de empresa.

Para ello, la empresa que acoja al alumno debe designar a un tutor con más de 5 años de experiencia profesional. Pero ¿está preparado un abogado para mentorizar a un futuro abogado? Si quieres saber lo que el abogado junior espera de ellos, lee los siguientes 10 consejos:

 1. Dedicación: ser tutor implica ser mentor y enseñar. Lleva tiempo, y el alumno en prácticas espera que se le explique y forme a nivel técnico y deontológico.

 2. Organización: reserva un tiempo de la semana para hablar con el estudiante.

 3. Planificación del trabajo: es bueno pensar qué funciones va a desempeñar el alumno y encargarnos de su aprendizaje y que esté ocupado haciendo labores propias de su profesión.

 4. Formación: además de sus tareas diarias, el junior cree que aún necesita mejorar y aprender más cosas y desea un buen programa de formación.

 5. Integración: el tutelado espera poder integrarse en el equipo y en las actividades del despacho. Llevarlo a reuniones con clientes, juicios, eventos sociales del despacho, etc.

 6. Feedback: corregir y animar. Es importante que el estudiante sepa si está cumpliendo con lo que se espera de él, que se le aplauda cuando lo hace bien y se le corrija en aquello que debe mejorar. Una evaluación a mitad de las prácticas y otra al final ayudarán a que pueda observar cuál ha sido su evolución.

 7. Contar son su opinión: cuando se debata un asunto legal en el despacho, es muy positivo e integrador contar con su opinión y no minusvalorarla cuando se exprese, que no quiere decir que no haya que corregirla o mostrarle en qué se ha equivocado.

 8. Confianza: cuanta más confianza se da al abogado mayor es su implicación en el proyecto del despacho.

 9. Supervisión: es importante que el alumno sepa quién es su tutor y a quién debe rendir. El tutor o quien le encargue una tarea concreta no puede delegar toda la responsabilidad en él. Debe supervisar que ha cumplido con lo encomendado y corregir aquello que tenga margen de mejora.


 10. Acogida: tener un plan de acogida de estudiantes, enseñarles el despacho el primer día, mantener una reunión con él para explicarle lo que se espera de él y explicarle el funcionamiento del despacho, su cultura y de los medios de los que dispone.

lunes, 2 de noviembre de 2015

DIEZ COMPETENCIAS PARA SER UN BUEN ABOGADO QUE NO TE ENSEÑARON EN LA UNIVERSIDAD, ¿O SÍ?

Recientemente Lidia Zommer (twitter: @lidiazommer) socia directora de Mirada 360º, publicó un artículo muy interesante en el que recomendaba 10 competencias que resultan fundamentales para un buen abogado y que no se enseñan generalmente en las Universidades (http://marketingparaabogados.eu/diez-competencias-para-ser-buen-abogado-que-no-te-ensenaron-en-la-universidad/?utm_source=ReviveOldPost&utm_medium=social&utm_campaign=ReviveOldPost)

¿O sí?, quizás una mirada en profundidad a algunos de los sistemas de enseñanza que se emplean en las Facultades de Derecho actualmente pueda convencer de lo contrario. He aquí un análisis de las mismas y cómo creo, en la medida de sus posibilidades, que lo hace la Universidad de Navarra con sus alumnos de Máster en Madrid.

En primer lugar, y antes de entrar al fondo de la cuestión, es importante distinguir el nivel de estudios que debe realizar un alumno para ser abogado. Hasta hace poco, bastaba con estudiar un grado/licenciatura en Derecho para poder colegiarse como abogado. No obstante, cuando un estudiante accedía a un grado en Derecho, no lo hacía a un grado de abogado (no existen), sino de Derecho, cuya preparación es distinta a la de ser abogado, pues lo que se pretende es dotar al estudiante de las competencias para ser un buen jurista, es decir, un entendido del Derecho. Antes no se formaban abogados, se formaban juristas. Una de las maneras más fáciles de comprender esta idea es comprobar la amplia gama de salidas profesionales que se le ofrecen a un estudiante al terminar sus estudios de Derecho y que no se limitan sólo al ejercicio de la profesión de abogado. Un estudiante de Derecho puede ejercer como juez, registrador, notario, fiscal, diplomático, abogado del estado, profesor universitario… todas ellas salidas profesionales que exigen estar en posesión de un grado en Derecho y que precisan de unas competencias distintas a la del abogado por lo que exigían también una formación complementaria que las desarrollara: la oposición. La carrera, por tanto, no prepara sólo para el ejercicio de la profesión de abogado y por ello no se le puede exigir que entrene una serie de competencias con esa finalidad.

Es por eso, que hasta la entrada en vigor de la ley 34/2006 de Acceso a la Abogacía, no se han realizado desde las Universidades programas específicos que enseñen los conocimientos y competencias que un buen abogado debe tener además de las de ser un buen jurista (antes estaban las Escuelas de Prácticas Jurídica pero su estudio no resultaba obligatorio). Esta nueva ley adquiere, gracias también a la llegada de la Ley del Espacio Europeo de Educación superior (más conocida como Bolonia), un perfil que nos permite adecuarnos a lo que en otros países de la Unión Europea era una realidad desde hace tiempo; que la abogacía exige una preparación de posgrado, con un alumnado más maduro y una formación específica para el acceso a la profesión.

Aún así, conviene distinguir lo que cada una de estas dos leyes aporta. La Ley de Acceso, crea un programa (un Máster), específico para preparar en conocimientos técnicos y competencias a los futuros abogados, igual que para las otras salidas profesionales del Derecho se exige la oposición. Por su parte, Bolonia, incorpora una nueva metodología y un mismo lenguaje de la enseñanza universitaria a nivel europeo que facilite pensar cómo esas competencias se desarrollan en un plan de estudios. A esto, hay que añadir, que los actores que participan en la formación de los estudiantes han cambiado, y que no es infrecuente ver profesionales del sector dando clases junto a académicos de reconocido prestigio.

Gracias a estas dos normas, hemos podido crear en España un programa que se preocupe por la formación del abogado en todos sus ámbitos (conocimientos técnicos, habilidades y cumplimiento deontológico) para dar una base sólida (pero al fin y al cabo una base) a los futuros abogados de nuestro país que deberán desarrollar a lo largo de toda su etapa profesional.

Un buen programa del Máster de Acceso a la Abogacía debe por tanto incorporar asignaturas y actividades que fomenten las competencias citadas por Lidia Zommer. Evidentemente, las competencias no terminan nunca de desarrollarse, y algunas de las citadas en el artículo se desarrollan a un nivel primario, pero sin duda son la base sobre la que continuar construyendo programas de calidad que permitan mayores garantías en la defensa de los intereses de los ciudadanos. Así es cómo lo hacemos en los Programas Máster de la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra:

1. Relaciones: el programa procura por un lado tener un claustro de profesores de calidad y variado contando tanto con académicos como con profesionales de primer nivel del sector que permita a los alumnos tener una relación cercana y cotidiana con colegas del sector legal. Además, se organizan una serie de eventos a lo largo del año que fomenten el Networking como el “Training Lawyers for the Future”, tener un equipo de fútbol sala en la liga de despachos, o el cócktail de Navidad.

2.  Conocimientos del sector económico y la estrategia del cliente: en el Máster hay una asignatura de Marketing y otra de Business Development orientadas en este sentido. Además, pienso que los alumnos deben conocer también su propio sector (algo que en la carrera no siempre se enseña), para lo cual es importante también organizar sesiones con first players del sector legal con una visión independiente como Carlos García-León, Miguel Ángel Pérez de la Manga o Borja Martínez-Echevarría entre otros, y en la que también participan despachos de abogados.

3. Facilitador de proyectos: la orientación a resultados y objetivos forma parte del día a día de un programa exigente. Los profesores exigen una entrega masiva de casos prácticos a lo largo de la semana que deben resolverse en equipo y en los que no puedes perder el tiempo ¡El tiempo es limitado! Como si estuvieran en un despacho.

4. Reconocimiento de experto: es evidente que un alumno de Máster no va a empezar siendo un experto, pero sí, como apunta el artículo, que puede empezar a construir su marca personal. Se anima y forma a todos los alumnos para que tengan un perfil público en LinkedIn y hasta tienen una cuenta en twitter @unavabogados, en la que muchos publican sus opiniones de los profesores o los eventos a los que asisten. Por algo se empieza!

5. Rainmaker: no sólo hay que hacer bien el trabajo, sino conseguirlo dice Lidia. En este sentido, desde el primer día se facilita a cada equipo un asesor cuya misión es asegurarse que los alumnos se acoplan a la dinámica del Máster y cogen el ritmo necesario para sacar el trabajo adelante. La carga de trabajo es dura y un asesor resulta fundamental para ayudar a los alumnos a organizarse y sacar los mejor de ellos mismos.

6. Con alianzas internacionales: el mundo, y los clientes de los despachos de la abogacía de los negocios son efectivamente cada vez más internacionales. La crisis económica ha hecho que los negocios españoles salgan cada vez más al exterior, aumenten las exportaciones y abra nuestras mentes, y se espera que esta tendencia sea continua. Los másteres de la Universidad de Navarra contemplan una International Legal Week, una semana de formación en la sede del IESE en Nueva York. Conscientes de la importancia de tener una visión internacional, esa semana se aprovecha para visitar algunos despachos americanos e internacionales y hacer conscientes a los estudiantes de la importancia de tener una mirada con grandes horizontes.

7. Un poco psicológico: varias asignaturas del programa son impartidas por profesores del IESE. Una de ellas es Dirección de Personas que toca algunas cuestiones de motivación personal, las personalidades, etc. Además, el trabajo en equipo no siempre es una experiencia fácil y es una más de las enseñanzas con las que hay que lidiar en el día a día pero que también se desarrollan con los años y la experiencia.

8. Un poco ingeniero: quizás haga falta algo más de desarrollo profesional y que el abogado cuente con más años de experiencia profesional para formar esta competencia. No obstante, en el programa se estudian sistemas de facturación (por horas, presupuesto por proyectos, técnicas de pricing…), de gestión de proyectos (Management in Law Firms) y también fórmulas para asociarse como el “lockstep”, “eat what you kill”, etc.

9. Buen comunicador y bueno con las teclitas: las asignaturas praxis son las responsables de promover en mayor medida esta competencia. Los alumnos deben resolver en equipo, con la ayuda de un coach, un caso de gran complejidad, entregar un dictamen y defenderlo en público (a veces incluso el profesor provoca debates y que cada grupo defienda una postura diferente). Cada una de las 7 praxis que componen el programa concluye con un tribunal oral. Después de pasar por tantas pruebas no volverán a tener miedo a hablar en público.

10. Dar más valor que lo que dan: ésta es sin duda una de las competencias más importantes que se forman en el Máster. Cuando se planteó el programa, no se quiso hacer un Máster competitivo entre los compañeros. Se suprimió la posibilidad de que existiera una campana de Gauss y se animó a los alumnos a ser cooperativos en todos los sentidos. El trabajo en equipo es fundamental (uno sólo sería incapaz de llevar a cabo toda la tarea que se le encomienda) y por tanto, cada alumno debe confiar en el trabajo de sus compañeros para acabar el programa con éxito. Aquí da igual si eres un alumno de 9 de media o de 6, lo importante es que aprendas a convivir con tus compañeros, a aceptar los errores de los demás, y a estar dispuesto siempre a dar más para el beneficio del grupo.

Coincido con Lidia en la importancia de las competencias que menciona en el artículo, y espero haber logrado variar (aunque sea un poco) su opinión sobre la formación que se imparte en el posgrado, aún sabiendo que tenemos mucho que mejorar y que después serán la vida y las carreras profesionales de cada alumni los que determinen si lograron alcanzarlas o no.